domingo, 16 de junio de 2013

Hoces del río Duratón (Segovia), junio 2013

Parque Natural Hoces del río Duratón, Sepúlveda (Segovia) junio 2013

Ruta en solitario por el Parque Natural de las Hoces del río Duratón (en la provincia de Segovia), entre las localidades de Sepúlveda y Burgomillodo, recorriendo dos de las principales sendas del Parque Natural (Larga y Molinilla) y parte de la paramera. Presenta gran interés paisajístico, arqueológico, histórico, cultural y, por supuesto, faunístico.



Llegué, no muy temprano, a Sepúlveda, había que tomarse la ruta de forma más tranquila después de la etapa alcarreña del día anterior.  A la entrada del pueblo, y ya con el sol "encendido", dejé el coche en el aparcamiento y preparé el equipo. A las 10 había que estar en la casa del parque para recoger el permiso, pues si se quiere transitar por la Senda Larga entre el 1 de enero y el 31 de julio se necesita autorización (zona de reserva). Se preveía un día muy caluroso por lo que me aprovisioné con 3 litros entre agua y bebida isotónica, no sabía si encontraría donde "recargar" a lo largo de la ruta.

Con puntualidad máxima estaba a las puertas de la Iglesia de Santiago, convertida en la Casa del Parque, allí recogí mi autorización y comencé a descender, a través de unas escaleras para evitar la carretera y su rodeo, hacia la entrada del Parque (fondo del cañón).

Una vez atravesado el puente del Talcano, bueno uno más actual pues del mencionado puente sólo quedan restos y no se puede utilizar, crucé a la margen derecha del río. Era el inicio de la Senda Larga. En esta primera parte (por la Senda Larga) la ruta transcurrió por una vereda paralela al cauce del río. El frescor del ambiente, proporcionado por el sombreado de sauces, chopos y alisos, así como por la existencia de abundante vegetación herbácea y el agua, convertían estos primeros kilómetros en un auténtico placer, muy lejos del bochorno existente en los páramos de la parte alta del Cañón.


 
 
 




 

 

 


En algunas zonas las abundantes lluvias primaveras habían contribuido al desarrollo de esa vegetación herbácea haciendo la senda más angosta, siendo testigo mis piernas de las "caricias" de algunas ortigas.

 
A lo largo de la Senda Larga me topé o alcancé (según el sentido en que transitaran) con varios senderistas que estaban haciendo el mismo recorrido, pero no encontré a ningún "bici-senderista".


Las paradas fueron abundantes para tratar de recoger gráficamente testimonio del lugar hasta que a la altura de El Peñascón (más o menos) mi cámara fotográfica me "abandonó", dejándome sólo con la del teléfono (que es bastante limitada).

 
 
 
 


 
 
 
 




  
Llegué al puente de Villaseca y continué por la Senda de la Molinilla, uso dos kilómetros más o menos, recorrido "salpicado" por la gran cantidad de cuevas existentes.

 

Al principio el recorrido era paralelo a la margen derecha del río, después una suave ladera (aunque el último tramo, una vez finalizada la senda y superar la presa, de suave tenía poco, y por seguridad y por pendiente decidí echar la bici al hombro durante unos 20 ó 30 metros) servía de transición entre el frondoso fondo del cañón y la seca y pobre paramera, donde abundaban las sabinas y los enebros.
Después toco pedalear por la paramera durante unos 3 kilómetros casi campo a través, pues la senda estaba camuflada, bajo la atenta mirada de los vigilantes buitres y "calorcillo" que ya empezaba a reinar, hasta la pista que conduce a la Ermita de San Frutos. Unos tres kilómetros rodando por la pista, con numerosos baches y mucho polvo, eso hacía que yo fuera más rápido (además de ser en descenso) que los coches que transitaban por ella para dirigirse, también, al mirador. Al ser festivo, la afluencia era abundante. Desde allí las vistas más impresionantes, el fondo del valle (hoces) inundado debido a la presa de Burgomillodo y las paredes verticales llenas de buitreras. Y el sol, ....... calentando.



 

 

 



 

 
  
 
Después de visitar el complejo religioso, dando una vuelta alrededor de él, y registrar gráficamente el  momento, salí por el puente de La Cuchillada y retroceder, ahora en ascensión, los kilómetros de la pista.


 

Prácticamente a la misma altura que tome la pista la volví a dejar pero por el otro margen cogiendo una senda (o lo que quedaba de ella) que enlazaba con un camino y posteriormente un poco de pista. En cuanto vi un indicio de camino o senda dejé la pista, en un pricipio dudé si había acertado, pero luego comprobé que se podía pedalear de forma correcta por ese camio-senda lleno de piedras y casi perdido en algunos tramos; incluso me sorprendió la existencia de un coche aparcado, ¿cómo habría llegado?


 
Al final la bajada a Burgomillodo la realicé por una senda con la bici al hombro, unos 100 metros, la bajada era complicada, mucha pendiente y piedra suelta. No merecía la pena complicarse, y menos teniendo en cuenta que el viaje lo realizaba en solitario. Salí de Burgomillodo por la pista de la explotación minera. El calor, la pendiente y, sobre todo, la gran cantidad de arena suelta que tenía la pista (debido al tránsito de vehículos pesados) dificultó especialmente la subida de nuevo a la paramera.


 
 
 

 
Una vez arriba, en la zona de El Cornachuelo el camino transitó por caminos, algunas veces no muy definidos, y campo a través, hasta llegar a divisar del otro lado del río, la Ermita de San Frutos, vista espectacular de la misma y de la hoz. El calor y los buitres continuaban como parte inseparable del entorno.

 
Continué por la paramera, primero campo a través, y luego por una incipiente senda entre sabinares, que más tarde se convertiría en una senda por pinares con tramos muy arenosos que dificultaban especialmente el pedalear por la misma; en tramos incluso opté por evitarla aunque hubiera que pedalear campo a través. Antes de entrar en el corazón del pinar me acerqué por última vez a los cortados para divisar las ruinas del Convento de la Hoz, casi en el fondo del valle, El calor era máximo, algunos senderistas con los que me topé desistieron de acercarse a ellas por no disponer de "líquido hidratante".


 
 
 

Desde allí continué por el pinar, tramos de senda arenosa, tramos de camino y tramos de "nada", al salir del pinar un par de kilómetros de carreta en bajada al valle para luego ascender por una senda muy perdida (poco recomendable optar por ella, mucha pendiente y muy cerrada, incluso en la parte final ni tan siquiera se intuía) que me volvió a subir a la paramera.
La hora, el calor y la ruta del día anterior me hicieron decantar por realizar los últimos kilómetros por carretera. Finalmente en Sepúlveda, cargué equipo y "vehículo", repuse fuerzas y para casa.
 
 
 
Un fin de semana intenso de BTT.
 
 
 
 
 




sábado, 15 de junio de 2013

La Alcarria (Guadalajara), junio 2013

I Maratón Valles de la Alcarria, Guadalajara (Guadalajara), junio 2013
 
Prueba deportiva organizada por el Ayuntamiento de Guadalajara y el Club Deportivo Campiña Bike recorriendo cuatro de los valles de la Comarca: Henares, Ungría, Tajuña y Matayeguas. Un recorrido duro, el largo, especialmente por el calor que nos brindó ese día. Se trataba de un recorrido sin marcar, aunque al final si había alguna marca, pero de navegación bastante básica (aunque algún despiste hubo).

Se partió a las 8 de la mañana, con ligero retraso, desde el Complejo Deportivo Fuente de la Niña (más en concreto de la pista de atletismo) para recorrer de forma neutralizada los 3 primeros kilómetros a través de las calles de la ciudad (escoltados por la policía local). Una vez dejado atrás el túnel de la Autovía, y con una temperatura que superaba ya a estas tempranas horas los 20ºC, comenzó la "juerga", en dirección a Taracena vía Iriepal. Yo a disfrutar de esta zona ten desconocida para mi en todos los aspectos.
 
La primera subida fuerte, se situaba a la salida de la localidad, ascendiendo, como se agradecía ya la sombra a estas horas de la mañana, por el pinar de El Almendro, hasta llegar al páramo donde los campos de, entre otros, de cereal nos cedían el paso. Después giro brusco para pedalear unos kilómetros paralelo a las vías férreas hasta enlazar con la carretera de Centenera, la cual la atravesé, y después de un pequeño despiste por un olivar, descender por una senda, con algún tramo técnico,  al Valle de Matayeguas (por primera vez).


 
 
 

 

 
 
 


 
 
 

 
Y casi sin intermedio nuevamente toco subir, subir al páramo, del fresquito del valle al tostadero de la planicie (de las huertas a los secanos) para llegar a Atazón y coger una senda trialera y muy, pero que muy, bonita (a la vez que técnica) que me permitió bajar nuevamente al fresco del valle, en este caso Valle del río Ungría. Y, nuevamente, sin poder "cambiar de registro", comenzar a subir a los páramos (por entre encinas y robles) y llegar a Valdeavellano, que actuaba de punto de inflexión, para dejarnos caer nuevamente por el Arroyo del Nacimiento a otro valle, el del Tajuña.
 
 
 
 
 
 
Después de pedalear unos kilómetros por el valle (y atravesar la localidad de Archilla) tocó otra de las subidas importantes de la mañana, hasta el pago de la Cabaña de Don Juan y otra vez transitar por esos campos de agricultura de secano tan típicos de Castilla.

 


Unos kilómetros y descenso primero a través de una senda-Arroyo de Valdehita  que después de abrió en un camino y recibir de nuevo al Valle del Tajuña para sorprenderme en la ascensión con la imagen de la hermosa plaza de toros (Plaza del Coso) de Brihuega, donde aproveché para solicitar la colaboración en unas fotos. Ya al final de la rampa quede un poco sorprendido durante la conversación con algunos de los colaboradores, pues eran seguidores de algunas de las andanzas badaneras, a través del foro.


 
 
 


 
 
 


 
 
 



Nuevamente terrenos de secano en la parte alta para llegar al Monte de Don Luis, donde, prácticamente "campo a través" lo recorrí, primero bajando y luego subiendo nuevamente al páramo. Desde él se descendió un poco hasta la localidad de Valdesaz y otro repecho para subir al páramo. Las bajadas y subidas fueron constantes, el calor a estas alturas de ruta empezaba a hacer un poco de daño. Si bien había realizado la ruta de forma pausada y tranquila, disfrutando de la zona, decidí incrementar en este momento un poco el ritmo (o al menos intentarlo) para que el sufrir menos los estragos del calor. "Campo a través" nuevamente en este caso por el Monte del Sotillo y descenso suave pero prolongado y largo (Valle del Matayeguas), incluso con un tramo final por carretera (entre Centenera y Lubiana).


 
 
 

 
 
 


 
Allí hidratación y a comenzar a subir la última ascensión, que a la postre se hizo la más dura, se juntó la pendiente, los kilómetros ya recorridos y sobre todo el calor (en algunas curvas, se podían superar a esas horas los 40ºC). El descenso final, después del último despiste a la hora de tomar el camino, para acceder de nuevo al Complejo Deportivo Fuente de la Niña se realizó por la Cuesta de Lucena, bajada mítica para los locales. Su pendiente, las piedras sueltas y las cárcavas hacían utilizar "los últimos recursos existentes" y evitar sustos mayores.
 





 
 
Al final de la ruta empanada, bollos "preñaos" y cerveza (entre otras cosas) permitieron recuperarnos del esfuerzo realizado, pero también la sombra y para algún compañero los servicios de los fisioterapeutas.