Senda Costera Asturiana, Avilés (Asturias), Agosto 2012
Ruta-excursión que hace tiempo queríamos realizar discurriendo en su primera parte por el litoral costero del Centro de Asturias entre las playas de Xagó y Xivares y la vuelta por el interior de los municipios de Carreño y Gozón. Ruta diferente, interesante y con impresionantes vistas de la costa.
Preparamos las cinco "monturas" y después de unos hojaldres y zumos, a falta de café buenas son ....., partimos pedaleando desde el aparcamiento de la playa de Xagó (Avilés). Comenzamos subiendo, aunque en esta ruta nos pasamos todo el día subiendo y bajando, pero no de la bici. La subida nos llevó al borde del acantilado, desde donde se podía observar una buena panorámica de la playa que acabábamos de abandonar: La ruta continuaba por la senda trazada al borde del acantilado, mejor soltar los automáticos y no desviar la vista a la derecha.
Al llegar a la Punta del Infierno (km 4 aprox.) la separación del acantilado comenzó a ser de varios metros avanzando por caminos rurales y alguna senda entre prados hasta alcanzar la Urbanización de Verdicio por el "mini-puente colgante". ¡Cómo se notaba que era un domingo de agosto!
Sorteando tiendas de campaña y caravanas le "dimos la mano" nuevamente a la senda del acantilado, y no la abandonamos hasta coger el camino que nos acercaba al Cabo de Peñas. Los últimos kilómetros hasta llegar al Faro fueron un poco más salvajes, rodando sobre incipientes y/ futuras sendas.
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Las vistas inigualables y el tiempo ideal, sólo faltaban unas buenas cervezas a la sombra. Estas no se hicieron esperar, y después de la sesión fotográfica de rigor, se acompañaron con unas "pequeñas" tapas. Tranquilidad absoluta, sólo llevábamos unos 16 km de ruta.
Y después del repostaje a pedalear, por si acaso un poco más separados del borde, por caminos secundarios, prados y sendas, alguna más cerrada de la cuenta; los tojos cerca de Lumeres nos dejaron un recuerdo imborrable (al menos durante unos días) de este fascinante día de BTT. A punto de alcanzar Bañugues llegó el momento crítico del día, mi cable del cambio dijo "basta". Gracias al "remiendo" de Pepe, no llevábamos cable de repuesto, se pudo continuar la ruta sin mayor sufrimiento que la reducción del número de piñones a utilizar. Al llegar a su playa las duchas de la misma permitieron refrescarnos del calor y del sofocón por la avería.
A través de un prado henchido de refrescos, tortillas, empanadas y embutido, abandonamos la abarrotada playa y nos acercamos nuevamente al "borde" para alcanzar Luanco; separándonos sólo para atravesar el valle que conduce a la Ensenada de Moniello, cobrándose por ello las ortigas un poco gratificante peaje.
En la playa de Luanco pudimos comprobar el viraje de las direcciones de nuestros "vehículos" y continuamos bordeando playas y acantilados, con algún pequeño tramo de carretera de enlace, hasta Candas (sólo 36 km aprox. y eran más de las 3 PM).
La sidra durante la espera y los platos con animales marinos invertebrados comestibles regados con Albariño facilitaron la recarga de energía, para cambiar la tranquilidad matutina por la celeridad vespertina.
Costó arrancar, ¡como nos acordábamos del la travesía León-Gijón!
Nuevamente en ruta, nuevamente los toboganes, nuevamente la gente disfrutando de este espléndido día al borde del mar. Llego Perlora, hacía tiempo que no volvía a la Ciudad Residencial, y la abandonamos por la Vía Verde del Tranqueru que nos condujo a Xivares.
Comenzó el desvío hacia el interior al atravesar Aboño, bajando a la fábrica de cemento y comenzado las urgencias. No hubo tiempo de llegar a Gijón. Fue el momento comprometido del día, pero sin contratiempos, al tener que enlazar con Puao por carretera. Aquí comenzó la subida más larga del día, atravesar el Monte Areo por su cara norte. Continuaban los toboganes, aumentaba la prisa, malamente se paraba a ...., hasta que en el kilómetro 60 (aprox.) la senda predestinada a llevarnos de regreso se había ausentado., esta huida nos obligó a descender al valle del Arroyo de Noval en dirección hacia Candás. Un pequeño tramo de carretera nos encauzó nuevamente y alcanzamos el Embalse de la Granda, único respiro de tan acelerada tarde. Finalmente un par de repechos y una carretera local nos "reintegraron" al punto inicial.
El baño final en la solitaria (a esas horas) playa de Xagó y la merienda-cena en el bar de la playa puso el fin de fiesta.
Sólo quedaba regresar a casa, ...., y ¡a qué horas!