P. N. de Cornalvo, Aljucén (Badajoz), mayo 2014
Este Parque Natural se sitúa en el centro de Extremadura, dentro de la provincia de Badajoz, muy cerca de Mérida. En la mayor parte del Parque el paisaje es de dehesa (es importante el aprovechamiento ganadero), predominando los encinares y los alcornocales. También destaca la vegetación ribereña asociada a la extensa red hidrográfica formada por dos ríos principales, el Aljucén y el Albarregas, y numerosos arroyos; y el bosque y matorral mediterráneo existentes en las laderas de las sierras. Aunque, quizás, lo que más destaca del Parque Natural es la existencia, en su interior, del embalse de Cornalvo (da nombre al parque); su presa (Monumento Nacional) es una edficiación romana sobre el río Albarregas para suministrar agua a la antigua ciudad de Emerita Augusta (Mérida). Es muy importante la rica y variada fauna (especialmente desde el punto de vista ornitológico) existente, la baja transformación humana y el alto grado de conservación lo ha hecho posible. Es un espacio de suaves relieves a excepción de las alineaciones montañosas existentes en el límite sur, Sierra Bermeja y Sierra del Moro.
La ruta por el P. N. de Cornalvo la realicé, como tantas otras, en solitario, en un fin de semana de estancia por tierras extremeñas. Previamente había planificado el recorrido (incluso contactando con el Centro de interpretación del Parque para conocer las zonas no autorizadas), aunque esa previsión se alteró totalmente casi desde el inicio. La ruta recorre el Parque Natural en sentido longitudinal, de oeste a este en la ida y de este a oeste en la vuelta.
Salí temprano hacia Aljucén, pese a ello hasta las 11:00 AM no llegué, son muchos los kilómetros a realizar. El calor ya apretaba (aunque no en exceso), el día había amanecido inmejorable para disfrutar de la bici y de la naturaleza. Intenté dejar el coche a la sombra, otra cosa fue conseguirlo. Una vez descargada la bici y preparado el equipo (no podía faltar un buen bocadillo) y, por supuesto, la aplicación de protección solar, salí por la antigua carretera del acceso norte al núcleo urbano de Aljucén desde la N-630, un kilómetro antes de penetrar en el Parque Natural.
Entré en el Parque por la Ruta denominada Dehesas de Cornalvo (ruta que cruza el Parque, prácticamente, de oeste a este), mi idea era (la planificación) pedalear por dicha ruta durante dos kilómetros y saltar al margen derecho del río Aljucén para continuar por el Cordel del Cerro del Gato. El gran caudal de agua que bajaba por el río, y las pocas ganas que tenía de mojarme nada más empezar, pese al calor, motivaron la alteración total de la planificación realizada días previos. Por ello, continué por el Camino Dehesas de Cornalvo, camino en buen estado y por el que se rodaba fácilmente.
Atravesé varias fincas, disfrutando del paisaje típico de dehesa, donde las vacas, caballos y/o ovejas pastaban a sus anchas, plácidamente y con indiferencia hacia quien las observaba.
Todas las puertas de las fincas a lo largo del recorrido por este camino permanecía abiertas, se notaba que pedaleaba por rutas marcadas. En ligera pero continua ascensión el camino de las Dehesas de Cornalvo enlaza con el Cordel del Puerto, compartiendo recorrido con él durante unos cientos de metros, continué, una vez que se separan, por el camino que traía (Dehesas de Cornalvo) ahora tocó ligero descenso hasta el Embalse de Las Muelas. Unos metros antes de llegar (después de dejar atrás la casa del Huevo, los perros, por suerte, me ignoraron totalmente) me topé con un par de "compañeros de BTT" que circulaban en dirección contraria.
Ya en el embalse me detuve durante unos minutos en los observatorios de aves desde donde se pueden observar sin molestarlas, compartí esos minutos con varios senderistas y otros "observadores". Aproveché el momento de parada para comer algo, había que aligerar la mochila.
Atravesé varias fincas, disfrutando del paisaje típico de dehesa, donde las vacas, caballos y/o ovejas pastaban a sus anchas, plácidamente y con indiferencia hacia quien las observaba.
Todas las puertas de las fincas a lo largo del recorrido por este camino permanecía abiertas, se notaba que pedaleaba por rutas marcadas. En ligera pero continua ascensión el camino de las Dehesas de Cornalvo enlaza con el Cordel del Puerto, compartiendo recorrido con él durante unos cientos de metros, continué, una vez que se separan, por el camino que traía (Dehesas de Cornalvo) ahora tocó ligero descenso hasta el Embalse de Las Muelas. Unos metros antes de llegar (después de dejar atrás la casa del Huevo, los perros, por suerte, me ignoraron totalmente) me topé con un par de "compañeros de BTT" que circulaban en dirección contraria.
Ya en el embalse me detuve durante unos minutos en los observatorios de aves desde donde se pueden observar sin molestarlas, compartí esos minutos con varios senderistas y otros "observadores". Aproveché el momento de parada para comer algo, había que aligerar la mochila.
Desde el embalse de Las Muelas cogí la senda que, siguiendo el curso del Arroyo de Las Muelas, se dirige hacia el Rugidero. Después de rodar por la senda durante un kilómetro más o menos tuve que salir al camino asfaltado para rodar por el otro kilómetro más o menos, pues perdí el trazado de la senda, no encontraba por donde iba. Desde este embalse hasta el de Cornalvo prácticamente el terreno se puede considerar llano. A la altura del comienzo de la ruta del Berrocal del Rugidero abandoné la carretera y tomé una senda, que si al principio discurría paralela a la misma, luego se separaba para abrirse en camino (vía pecuaria) y dirigirse al Embalse de Cornalvo.
Al llegar a la cola del Embalse por su parte norte el camino estaba anegado, como disfrutaban los caballos, sin ningún reparo a mojarse.
Otra vez tuve que decidir entre mojarme o buscar una alternativa. Nuevamente, con acierto, me decanté por buscar alternativa, aguas arriba por el arroyo (pero sólo unos metros) el menor caudal y una piedras colocadas estratégicamente me permitieron vadear dicho arroyo sin mojarme, continuando por una senda hasta enlazar, después de unos metros, con la ruta que bordea el Embalse de Cornalvo.
Yo me decanté en este caso por bordearlo por su parte este y su parte sur.
Pedaleé por los mencionados bordes del embalse entre alcornoques,encinas y jaras principalmente. Disfrutando de cada momento, día ideal, entorno ideal, tranquilidad pasmosa.
Por supuesto paré a reverenciar al abuelo, al emérito del Parque.
La tranquilidad y la soledad iba disminuyendo a medida que la visión de la presa del embalse y la torre de captación de agua se hacía más nítida. Senderistas, pescadores, etc., abundaban en el entorno de la presa.
Al llegar a la cola del Embalse por su parte norte el camino estaba anegado, como disfrutaban los caballos, sin ningún reparo a mojarse.
Otra vez tuve que decidir entre mojarme o buscar una alternativa. Nuevamente, con acierto, me decanté por buscar alternativa, aguas arriba por el arroyo (pero sólo unos metros) el menor caudal y una piedras colocadas estratégicamente me permitieron vadear dicho arroyo sin mojarme, continuando por una senda hasta enlazar, después de unos metros, con la ruta que bordea el Embalse de Cornalvo.
Yo me decanté en este caso por bordearlo por su parte este y su parte sur.
Pedaleé por los mencionados bordes del embalse entre alcornoques,encinas y jaras principalmente. Disfrutando de cada momento, día ideal, entorno ideal, tranquilidad pasmosa.
Por supuesto paré a reverenciar al abuelo, al emérito del Parque.
La tranquilidad y la soledad iba disminuyendo a medida que la visión de la presa del embalse y la torre de captación de agua se hacía más nítida. Senderistas, pescadores, etc., abundaban en el entorno de la presa.
Una vez abandonada la senda del Embalse de Cornalvo, aunque decidí prolongar un poco el disfrute de la misma bordeándolo algo por su parte oeste, llegaba el turno para el tramo más intenso. Era el momento de encaminarme en dirección a la Sierra Bermeja. Cogí en primer lugar el camino que conducía a Casa Conejo, no encontré la valla cerrada por lo que decidí continuar por un camino (en principio privado, aunque no sé, en ese momento estaba un poco despistado, que no perdido) pero que intenté abandonar tan pronto como pude, por ello a la altura de la Fuente de Borbollón tomé el camino que se dirigía al fondo del valle. Este camino estaba un poco cerrado (aunque la vegetación era baja), no tenía pinta de ser muy transitado. Después de atravesar el arroyo, con el mismo nombre que la fuente, empezaba ya la subida sería a la Sierra, comenzaba y .... con pinos.
Caminos rotos, calor, nuevamente soledad y magníficas vistas. Bordeé el Meteorito, donde alcancé la máxima altitud del día, y al llegar a La Vieja empezaba el descenso, tampoco cogí el camino que sube al Terrero.
Opté por una senda a media ladera que estaba bastante cerrada. ¡Eucaliptos! Por momentos pensé que esta vez me había equivocado en la decisión.
Después de un kilómetro más o menos por ella, bajada, corta pero apasionante, un poco peligrosa por lo estrecha (cerrada por la vegetación), por lo cortada (las fuertes lluvias de la primavera había dejado su huella) y por la pendiente. Enlacé con el Camino de la Vieja, este ya parecía una "autovía", continué por él hasta Cuatro Caños (Puerto del Venero). En el cruce, ahora ya iba ser "todo para abajo" durante un buen tramo, tomé el camino en dirección al Collado del Callejón.
Ahí tomé el Camino de Montachez (dirección sur-suroeste), que delimita el Parque Natural, por lo visto no fui bien recibido por los perros que "guardaban" las edificaciones existentes, al fondo Mirandilla. Aquí el recorrido marcado "vía internet" me indicaba penetrar en una finca que pese a no tener ninguna "contraindicación" tenía la puerta cerrada, por lo que decidí bajar más y tomar, durante unos pocos metros, el Camino de Alcuéscar, el cual abandoné girando a la izquierda al llegar a la zona de las Lagunillas. El camino me llevó al Cortijo de Las Lagunillas, no encontré ningún indicativo contrario al paso por él, pese a ello, al pasar al lado de las edificación-casa, intenté sin éxito, buscar a alguna persona que me informara si se permitía el paso. No lo encontré, no se si era por la ausencia en ese momento o por encontrarse deshabitado. Por ello continué, por el camino que acompaña al Arroyo Bonal y con "espectadores vacunos" a mi paso.
Dicho camino me permitió enlazar con el Camino de las Dehesas de Cornalvo (o Camino del Moro), eso si para salir tuve que abrir una puerta, por supuesto volviéndola a dejar perfectamente cerrada, busqué otra vez pero por esta entrada alguna indicación contraria al paso por el interior de la finca pero no lo encontré, deduciendo que permitirían el paso siempre que se cerrara bien la puerta. El tramo final de la ruta coincidió con el del inicio repitiendo esos dos kilómetros iniciales, ahora finales, para regresar a Aljucen y finalizar la ruta.
Caminos rotos, calor, nuevamente soledad y magníficas vistas. Bordeé el Meteorito, donde alcancé la máxima altitud del día, y al llegar a La Vieja empezaba el descenso, tampoco cogí el camino que sube al Terrero.
Opté por una senda a media ladera que estaba bastante cerrada. ¡Eucaliptos! Por momentos pensé que esta vez me había equivocado en la decisión.
Después de un kilómetro más o menos por ella, bajada, corta pero apasionante, un poco peligrosa por lo estrecha (cerrada por la vegetación), por lo cortada (las fuertes lluvias de la primavera había dejado su huella) y por la pendiente. Enlacé con el Camino de la Vieja, este ya parecía una "autovía", continué por él hasta Cuatro Caños (Puerto del Venero). En el cruce, ahora ya iba ser "todo para abajo" durante un buen tramo, tomé el camino en dirección al Collado del Callejón.
Ahí tomé el Camino de Montachez (dirección sur-suroeste), que delimita el Parque Natural, por lo visto no fui bien recibido por los perros que "guardaban" las edificaciones existentes, al fondo Mirandilla. Aquí el recorrido marcado "vía internet" me indicaba penetrar en una finca que pese a no tener ninguna "contraindicación" tenía la puerta cerrada, por lo que decidí bajar más y tomar, durante unos pocos metros, el Camino de Alcuéscar, el cual abandoné girando a la izquierda al llegar a la zona de las Lagunillas. El camino me llevó al Cortijo de Las Lagunillas, no encontré ningún indicativo contrario al paso por él, pese a ello, al pasar al lado de las edificación-casa, intenté sin éxito, buscar a alguna persona que me informara si se permitía el paso. No lo encontré, no se si era por la ausencia en ese momento o por encontrarse deshabitado. Por ello continué, por el camino que acompaña al Arroyo Bonal y con "espectadores vacunos" a mi paso.
Dicho camino me permitió enlazar con el Camino de las Dehesas de Cornalvo (o Camino del Moro), eso si para salir tuve que abrir una puerta, por supuesto volviéndola a dejar perfectamente cerrada, busqué otra vez pero por esta entrada alguna indicación contraria al paso por el interior de la finca pero no lo encontré, deduciendo que permitirían el paso siempre que se cerrara bien la puerta. El tramo final de la ruta coincidió con el del inicio repitiendo esos dos kilómetros iniciales, ahora finales, para regresar a Aljucen y finalizar la ruta.
Al llegar a la altura del coche me di cuneta que no había acertado con la orientación de la sombra, el coche iba a estar calentito. Todavía en mi mochila estaba el bocadillo, aproveché para dar cuenta de él mientras, con las ventanas abiertas, el interior del coche se "refrescaba" un poco al abrir las puertas.
Finalmente, y después de "recuperar energías", tocó cargar bici y equipo y quitar el "traje de faena, había que ponerse en ruta. Me esperaba Pinofranqueado, y Las Hurdes al día siguiente.
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