sábado, 21 de septiembre de 2013

P. N. Cañón río Lobos (Soria), septiembre 2013.

P. N. Cañón río Lobos, Ucero (Soria), septiembre 2013


Recorrido por el Espacio Protegido del Cañón del Río Lobos. Su nombre lo ha tomado del río Lobos, río que es el causante de la erosión y eje del mencionado cañón. Posee un gran valor paisajístico-biológico, especialmente los tramos del Cañón propiamente dicho. Zona con una gran cantidad de cuevas, simas y sumideros, con un abundante sistema de aguas subterráneas. Posee dos zonas diferenciadas en cuanto a la vegetación, parte altas con vegetación más propia de zonas secas (sabinas, pinos, encinas, etc.) y la zona de la ribera con una vegetación propia de la misma (alisos, chopos, sauces, nenúfares, etc.). También hay restos de asentamientos humanos. Posee varias zonas recreativas y miradores, que permiten disfrutar de numerosas actividades en su interior. Ruta en solitario recorriendo, prácticamente, todo el Parque Natural a lo largo, en un viaje de ida (por la parte alta) y de vuelta (por el cañón propiamente dicho).

Salí temprano de León en dirección a Ucero, lugar programado para comenzar la ruta, aunque , la verdad, al pasar por Hontoria del Pinar tuve la tentación de alterar los planes y comenzar la ruta allí, pero finalmente seguí la programación establecida y llegar a la denominada "puerta del Cañón". El objeto era poder disfrutar del Cañón en la segunda parte de la ruta.



Una vez en Ucero, pequeña población soriana que se define como puerta natural de entrada al Cañón del río Lobos, busqué un buen emplazamiento para dejar el coche y preparar el equeipo, como siempre. Salí por la zona de El Estepar, para penetrar en el interior de la Sierra de Nafría, nada más abandonar el núcleo urbano los "pájaros negros" comenzaron a sobrevolar mi cabeza, posteriormente aterrizaban sobre un rastrojo donde "estaban convidados a un gran festín".



Continué por la Sierra hasta penetrar en la zona protegida a la altura de Cabeza Lavada (casi por el perímetro) pero más profundamente en el Cerro Quemado, pedaleaba por caminos, unas veces más marcados y otras veces sólo se intuían y disfrutando de la compañía principalmente de pinos y sabinas, aunque éstos se encontraban "salpicados" por otras especies. El pedaleo por los pinares me permitía disfrutar de más sombra por su altura; mientras que en los sabinares, por ser de menor talla y con una menor densidad de planta, el sol  se "acercaba algo más". Continué pedaleando, en continua ascensión, por la Sierra en su parte sur hasta bordear el Colmenar del Tío Isidro, donde un giro en dirección norte me permitió adentrarme más en el corazón de la Sierra.



El camino a partir de ahí era similar, continua ascensión, zonas no muy transitadas, abundantes sabinares, restos de pastoreo, ..., pero en este caso  a mi izquierda iba divisando las peñas y picos más altos de la Sierra. Así hasta llegar a la zona de las Torquitas donde alcancé la máxima altitud del día, poco más de 1200 m, y luego un abajada grande y a tramos con piedra suelta que me llevó a la carretera que une San Leonardo de Yagüe con Santa Mª de las Hoyas, Tomé la carretera unos metros, carretera que me sacó del Parque Natural unos instantes mínimos, pues decidí abandonarla (saltándome brevemente el itinerario marcado) por un camino que conducía a campos de cultivo y que finalizaba en un rastrojo, unos pocos metros por el rastrojo y a continuar por la sendas y caminos del Barranco de los Arroyos y finalizar el momento de improvisación al llegar a la pista-camino (a la altura de la Casa de Portillo Vicente) que conduce a la Dehesa de Costalago.



Nuevamente disfrutaba de pinares, pinos de mayor "señorío", pero la vegetación de ribera ya había comenzado aparecer. Ejemplares de vacuno y, también equino, se habían convertido ahora en mis "animadores". Después de pedalear un rato por dicha pista, me toco cambiar de provincia, entrar en Burgos, no si antes abrir alguna puerta de acceso (¿dehesa?). Ya en su interior, salí de la pista y continué por una senda "animal", tal vez, paralela al Arroyo Pacedero y luego continuar por la pista que me llevó al mirador del Costalago, fue la segunda ascensión importante del día, ¡buen repecho!. 





El mirador, como no podía ser de otra forma, era tal. Había buenas vistas. Quizá en otra época, menos seca, se incrementara todavía más el valor paisajista de las vistas. Foto y a continuar el "viaje".



Tras unos escasos metros por la pista la abandoné en dirección oeste, camino que conduce a Majada de Verano, el camino se notaba poco transitado, continué el pedaleo por el Camino que se prolonga al Arroyo Vallejo de la Sierra. Tras un par de kilómetros, y después de sufrir un pinchazo (por suerte unos "bombazos" y el líquido cumplió su función), y para evitar alejarme ya en exceso, tomé una senda (senda que a tramos se estaba cerrando) que a través de Las Cabezas volvió a reincorporarme, a la altura de El Hocino, a la pista que conduce a Hontoria del Pinar (Calle Cuesta Herrera).


Antes de comenzar a bajar a la población, nueva parada para disfrutar de las vistas (y fotografiar) de la localidad, y en particular de Ermita de San Juan. 



Bajada muy rápida hasta el área recreativa de la población, donde comencé a avanzar por el Cañón propiamente dicho. Ya desde el inicio había gente transitando por él, ciclistas y senderistas, preludio de lo que encontraría más tarde.



Seguí el trazado de la senda, en algunos tramos había más de una, pese a la arena, las piedras y alguna que otra raíz. Nuevamente, El Apretadero, retorne a la provincia de Soria. En algunos tramos, a lo largo de todo el Cañón, era necesario reducir la velocidad de marcha, considero que la prioridad en esta zona es de los senderistas; además esto me permitía disfrutar más del entorno y realizar fotos.











A la altura del Puente de los Siete Ojos, y al "abrigo" de uno de ellos me detuve para realizar el avituallamiento. A partir de aquí, la soledad con la que había transitado en la primera parte de la ruta era antagónica de la situación. El porqué del nombre de la necesidad del puente (para un cauce en ese momento casi inexistente) me quedó claro al leer los paneles informativos. 





En este segundo tramo del Cañón, a partir del mencionado Puente, no sólo senderitas y ciclistas, también los acompañaban empanadas, bocadillos, tortillas, refrescos, etc. Paisaje increíble, paredones interminables, vegetación deslumbrante, ambiente ideal.














Curiosidades, el Colmenar de los Frailes.





La máxima explosión humana aconteció en la "campa" de la Ermita de San Bartolomé (vinculada al Temple). La Ermita y la Cueva Grande eran foco de "recepción de visitantes". Después de realizar unas fotos, continué por la senda, pero me volvía atrás debido a sus comienzos poco ciclables, retornando a la "campa" y realizando estos primeros metros por un camino antes de volver a ella más adelante.









Continué, siempre en un placentero descenso, por la Senda Gurullías (a lo largo de ella continuaba el gentío disfrutando de este fabuloso primer fin de semana del otoño). 







Decidí no regresa directamente a Ucero y prolongar la ruta, continuando por el Nacedero del Ucero y subir al "empobrecido" Castillo (empobrecido por el estado de ruinas que presentaba), y su ermita anexa. Buen repecho para llegar allí y buenas vistas, domina el espacio de los dos ríos que confluyen allí.







Para bajar a la localidad de Ucero, nuevamente  decidí no tomar el camino más corto, llegar a través del Canal Romano. Al llegar a su ubicación, debido a su longitud y a lo oscuro de su interior (no llevaba iluminación, obviamente) decidí no atravesarlo y rodear la peña (unos metros por un rastrojo para coger el camino) que dicho canal atraviesa. Ya en Ucero, cargar el material y regreso. 



Ya de camino detuve el coche en el mirador de la Galiana para disfrutar del paisaje que desde allí de divisaba. 










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